Q.E.P.D.



Muere el artista Francisco de la Puente. El pintor de 56 años había sido operado de la nariz hace unos días, después de sufrir una caída. Fue encontrado en su casa-taller.

Consternación y extrañeza causó ayer la repentina muerte del artista plástico Francisco de la Puente. El creador fue encontrado en su casa- taller de José Manuel Infante, a las tres de la tarde, por sus vecinos Javiera Moreira y Anton Birke, padre del director de la galería Die Ecke. "Estaba preocupada, porque no contestaba el teléfono. Anton Birke y yo tenemos las llaves de su casa, así es que entramos y ahí estaba, como dormido", contó Javiera Moreira, aún conmovida.

Durante la tarde, a la calle de Providencia fueron llegando familiares y amigos del artista. Francisco de la Puente había sufrido una grave caída recientemente, quebrándose la nariz y siendo operado de esa lesión hace dos semanas. Sus más cercanos aseguran que era un hombre de salud firme y espíritu vital. "Es impactante. Era muy alegre, no puedo creer que por un accidente estúpido pase todo esto", señaló Arturo Duclós, amigo y vecino desde hace 10 años. "Llegué a arrendar mi taller en Infante por él, porque lo conozco desde hace mucho y éramos muy amigos", añadió Duclós. En ese barrio, De la Puente había sido pionero. Llegó allí hacia 1995, cuando compró junto a Birke un lote de ocho casas de adobe. Luego se instalaron Duclós, Javiera Moreira y Ximena Rojas.

Francisco de la Puente era famoso por el uso de cuerdas en óleos, collages y esculturas, a las que solía sumar maderas, telas, alambres y piedras. Su abarrotado taller fue la vieja casona de Providencia en que vivía y, además, guardaba una nutrida colección de arte. En la década pasada había montado exposiciones para Galería Animal, Sala Gasco y Galería Isabel Aninat. La última, que cerró el pasado 8 de agosto, se llamó Dos en Quebec y la realizó junto a Pilar García-Huidobro para la sala de exposiciones de la Universidad de Talca.

Su estilo, con toques de la Bauhaus, el dadaísmo y el surrealismo europeo, arrojaba figuras de función reversible. A veces se le antojaba dibujar un "mono", como él los llamaba, para luego darle vida en forma de escultura. En otras ocasiones, creaba cajas y objetos para después realizar óleos con estas figuras. Sus exposiciones eran una suma de todos los elementos. "Era un hombre muy especial, de las personas auténticas que han existido en este país. Su arte era él, no buscaba ser importante, siempre hizo lo que consideraba que debía hacer", contó la galerista Isabel Aninat.

Francisco de la Puente tuvo su primer taller a los 21 años, en la Plaza Mayor de Madrid, donde su padre fue agregado militar. Allí fue alumno de Eduardo Peña, con quien aprendió los conceptos básicos de la pintura y jugueteó con la abstracción. También absorbió los conocimientos de Rudolf Hausner en Austria, donde estuvo becado a comienzos de los 80.

En Chile, realizó su primera muestra individual en 1977, en la hoy inexistente Galería CAL, donde ya se adivinaba ese interés por el uso de cuerdas que lo acompañaría hasta el final de una carrera artística y una vida truncada antes de tiempo.

Por Rocío Váldez C.