Cómo armar una bienal... y no morir en el intento

1. Producción, producción y… producción:

La palabra se repite con insistencia en el discurso de Camilo Yáñez (35). No por capricho. Yáñez fue durante siete años curador del área de artes visuales en Matucana 100. Ahí aprendió que no bastan las buenas intenciones ni los proyectos ambiciosos. Para echar a andar una tarea de esta envergadura, se necesita gestión. "La producción es el brazo armado de una curatoría. Una mala producción puede llevar al fracaso rotundo a cualquier construcción simbólica", sentencia. En el caso de la VII Bienal del Mercosur, esto significa cosas bien concretas. Dos productores generales y especialistas en todas las áreas involucradas, como arquitectura, prensa, marketing, museografía y archivo. O tareas aún más específicas: una sola persona estuvo encargada de comprar los tickets de avión de los más de 100 artistas que viajarán a Porto Alegre, preocupándose de todos los detalles, desde las visas hasta chequear si algún pasajero era diabético.

Sobre la Trienal de Chile, Yáñez advierte: "La ambición de la trienal requería de un brazo armado de producción". A su juicio, la gran diferencia con la versión chilena, es que la Bienal del Mercosur "tiene una institución que funciona. Es decir, un aparato administrativo que entiende lo que se hace curatorialmente, que entiende cómo funcionan las leyes y cuáles cosas hay que aplicar".
2. Se busca curador:
Exposiciones

Exposiciones de la Trienal de Chile.

Suena de perogrullo. Para organizar una bienal se necesita un curador. Y tras un curador, resulta imprescindible un proyecto sólido y viable. En el caso chileno, la historia de tropiezos es conocida. Tras la renuncia de la respetada curadora Mari Carmen Ramírez, el ambicioso proyecto de la Trienal de Santiago pasó a llamarse Trienal de Chile y su lugar fue ocupado por Ticio Escobar.

El itinerario que ha seguido Camilo Yáñez como curador de esta bienal en Brasil ha sido menos accidentado. En mayo del año pasado se enteró que el proyecto curatorial que presentó junto a la argentina Victoria Noorthoorn había sido aprobado. De julio en adelante realizó al menos quince viajes por Latinoamérica visitando talleres de artistas. La revalorización del artista como un actor social y como productor de sentido crítico serían los ejes de un trabajo que se distingue porque es una bienal de artistas curadores, en que el envío chileno es apoyado por la Dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería. Otro destacado artista nacional se sumaría luego al equipo curatorial: Mario Navarro, quien fue curador de la muestra Transformers durante el período en que Yáñez estuvo a cargo de la galería de Matucana 100.

Con esta VII versión, denominada El grito y la escucha, esta bienal pretende subir sus bonos. Aunque es más pequeña que São Paulo, está lejos de las polémicas que han envuelto al encuentro paulista y ya se ha ganado un espacio. "Se trata de producir una bienal para generar conocimiento, lo cual es una enorme responsabilidad, más importante que andar cortando cintas para salir en la foto", recalca Yáñez.

"Lo que me pasa con la trienal -agrega- es que yo no podría asegurar si los artistas, productores y el bloque curatorial tienen claro cuál es el discurso que armaría esto".
3. Qué hacer en tiempos de crisis:
Exposiciones

Exposiciones de la Trienal de Chile.

Cuando Camilo Yáñez presentó el proyecto de esta bienal, en octubre del año pasado, la crisis financiera recién estallaba. Meses después, el presupuesto inicial de 14 millones de reales (US$ 8.3 millones) se reducía a casi la mitad. La última rebaja fue en mayo, cuando todos los artistas ya estaban invitados y no se podía dar marcha atrás. Cómo replantear las cosas frente a un escenario así es una de las lecciones que aprendió este artista. Y nuevamente el papel de un equipo experimentado resultó vital. Yáñez recuerda esa reunión de mayo en que el jefe de finanzas de la Bienal -que ya tiene cuatro bienales en el cuerpo y que sabe con exactitud cuánto cuestan hasta los clavos que se utilizan en el montaje de las obras- llegó con una tabla con los cálculos de cuánto costaba mantener abierto este encuentro durante 45 ó 90 días. Al final se decidió acortar la bienal a 45 días para así asegurar la continuidad de los proyectos. "Todo se vio con los números sobre la mesa. Los curadores generales teníamos nuestras tablas Excel con los presupuestos. Había que entender muy bien los proyectos para defenderlos".

La Trienal de Chile partió con un presupuesto de US$ 2.3 millones. Y hasta el curador, Ticio Escobar, ha reconocido que en algún momento pensaron posponerla. Como el 60% del financiamiento vino de parte del Estado, eso demoró el proceso de entrega de las platas a los artistas involucrados para desarrollar sus obras. La más dolorosa bajada de la trienal, Eugenio Dittborn, que sería el artista homenajeado de este encuentro, justamente se debió al estancamiento en la entrega de los fondos.

"Hay que entender que en cosas del arte se trabaja con expertos. Y no sólo con curadores expertos. La administración tiene que tener un expertise, lo cual es el error de la Trienal de Chile", sostiene Yáñez. "Lo terrible de esta situación es que nadie levanta la voz, excepto Justo Pastor Mellado, frente a algo que debería ser discutido por el propio gremio de artistas. A mí me da pena la trienal porque era la jugada, antes del Bicentenario, para mostrar la construcción simbólica del poder del arte chileno, que había estado históricamente fragmentado por situaciones políticas y de bandos. Las redes de trabajo ya estaban y no se supieron explotar lo suficiente. Y se trajo un discurso curatorial no contextualizado a la situación chilena".

4. Independencia política:

Jorge Gerdau es uno de los empresarios más importantes del sur de Brasil. Es conocido como el rey del acero y es uno de los hombres que junto a otros privados impulsaron la creación de la Bienal del Mercosur. "Mientras más logos hay, más es la gente involucrada. Eso habla de un nivel de conexión y de redes que permiten que eso suceda. ¿Quién hizo ese trabajo en Chile para la trienal? O ¿cómo se hace ese tipo de trabajo en Chile?", se pregunta Yáñez. Es que en el encuentro del Mercosur sí hay logos. Entre los patrocinadores, además de Gerdau, se suma Petrobras, Santander Cultural y Banrisul, el banco del estado de Río Grande do Sul. Más aún: la gestión está en manos de la Fundación Bienal de Artes Visuales del Mercosur, presidida por el propio Gerdau.

Una de las dificultades que enfrentó la trienal, dice Yáñez, "es que se volvió parte del programa político de Bachelet. No surgió de la comunidad. Para un proyecto como éste, creo en los regímenes mixtos. Se necesita independencia política, si no cualquier acto de trabajo con los artistas vendría a instrumentalizarlos dentro de un discurso previo que significa logros, estadísticas, etc. También está el hecho de que el curador (Ticio Escobar) es ministro de Cultura de otro país (Paraguay). Es una figura compleja para el desarrollo de librepensadores. Recordemos el caso de Nicanor Parra y los presidentes colgados en el Centro Cultural Palacio La Moneda, donde se armó una batahola para cuidar ciertas estructuras que al parecer no deberían tocarse, cuando la naturaleza de la obra de arte es justamente tensionar esas estructuras". El caso chileno sumaba otro elemento que volvía todavía más compleja la administración de la trienal: la presidencia de la Fundación Trienal de Chile estuvo, hasta hace pocos meses, en manos de la ministra de Cultura, Paulina Urrutia. Por sugerencia de la Contraloría, finalmente Claudio di Girólamo debió asumir ese cargo.
5. Al alcance del zapping:
Exposiciones

Exposiciones de la Trienal de Chile.

"Una bienal es el trabajo colectivo más importante que puede tener una ciudad o un país en el ámbito de las artes visuales", asegura este joven curador. La palabra "colectivo", en la cabeza de Yáñez, también implica que las obras penetren en el contexto social en el que están insertas. Y en esto, la Bienal del Mercosur tiene varias propuestas para imitar. Casi tres meses antes de la apertura del encuentro, los mediadores -vale decir, profesores y estudiantes de Arte que harán las visitas guiadas de la bienal- recibieron un libro que parece un catálogo, pero no lo es. Son las "fichas prácticas", que no sólo destacan por su dinámico diseño, sino porque permiten un acercamiento a las obras desde otros ámbitos. Para un video de Juan Downey, por ejemplo, se propone la lectura de un fragmento del discurso de agradecimiento del Premio Nobel de Neruda.

Otra iniciativa para conectarse con la comunidad es Radiovisual, que en convenio con la Radio FM Cultura, contempla un programa de una hora diaria en que se transmitirán entrevistas y performances sonoras: varios artistas realizarán su versión de 4'33'', famosa pieza creada por John Cage en 1952. Y para rematar, algo inédito: ¿se imagina toparse con piezas de videoarte en la tele? No es ciencia ficción, es lo que pasará cuando RBS TV, la cadena privada más importante del estado de Río Grande do Sul, transmita a sus 20 millones de telespectadores segmentos de 30 segundos de videos. Arte contemporáneo al alcance del zapping. Sólo en Brasil.

Por Yenny Cáceres