Cómo trabaja el subdirector del Consejo de Cultura



El estilo monacal de Nicolás Bär

Se instaló precedido de una imagen ligada al sector más conservador de la iglesia Católica. Su iniciativa más conocida hasta ahora es una copia manual del Nuevo Testamento, que es también el motivo de que su designación genere comentarios en sorna entre artistas y creadores. Hoy no le interesa cambiar esa imagen. Vinculado al semillero UDI que dirigía Miguel Flores, ha formado una burbuja junto al equipo cuya urgencia es acabar con los $1400 millones que el CNCA arrastra en deudas.

Nicolás Bär se ha impuesto un voto de silencio. Las cámaras son para Luciano Cruz-Coke, el ministro. Fue el actor quién reconoció en la prensa la deuda acumulada de mil 400 millones de pesos que tiene al Consejo de la Cultura y las Artes (CNCA) figurando en Dicom. Bär en cambio fue muy tajante en la “instrucción”, como precisa su equipo, en relegar los requerimientos de la prensa para los últimos lugares en su lista de prioridades.

Por estos días, Bär no ha hecho otra cosa que meterse de cabeza en los números para lograr la meta impuesta por el jefe: limpiar el expediente financiero del Consejo en tres meses. Bär sabe de cifras y registros contables. Estudió Ingeniería Civil Industrial en la Universidad de Los Andes, ligada al Opus Dei y actualmente a los 33 años, figura en su currículum un Master of Arts en el Centro de Políticas Culturales en la Universidad de Warwick.

Este posgrado le sirvió de respuesta durante la campaña presidencial, en la que como miembro de los Grupos Tantauco causaba extrañeza por su estampa entre las figuras de la cultura invitadas. Pues más que de gestor cultural, era la de una promesa en la gerencia de una multinacional. Entre los asistentes a las sesiones Tantauco consultados para esta nota, la mayoría lo recuerda como una persona de perfil muy bajo en esas reuniones. Curiosamente la beca que le permitió estudiar en Europa, gestionada por el British Council y la Fundación Andes, está pensada para “chilenos formadores de opinión, que se proyecten en sus áreas”. Por cierto que el cargo en el que ahora está despeja cualquier duda anterior a su nombramiento.

Un testigo de los encuentros Tantauco, uno de los cuales se hizo en la casa de Sebastián Piñera, recuerda que “su tema era mejorar la gestión, poder asignar de mejor manera los fondos, tratar de implementar una política de evaluación que se hiciera después de la entrega, para usarlo como criterio de asignación posterior”.
El evangelio según Nicolás

Pero todas esas líneas que trazó en la época de la campaña han quedado en suspenso. Esto desde que se descubrió la deuda de arrastre que traía el CNCA. A pesar de los numerosos requerimientos de los medios, Bär se impuso no hablar todavía con la prensa hasta “recuperar el buen nombre del Consejo”, según explica una fuente de su equipo. Lo que significa cuadrar los números en el plazo convenido.

Poco le importa que casi la única reseña pública que haya de él lo deje como un católico conservador, cuyos proyectos culturales estén en su mayoría vinculados a la Iglesia, como “El Evangelio de Chile”, la versión del Nuevo Testamento escrita a mano por cerca de 8 mil personas a lo largo del país. Y tampoco le interesa ser recordado como una persona de bajo perfil en la Universidad de Los Andes, donde hizo clases en el Magíster en Historia y Gestión del Patrimonio Cultural, donde “lo tenían bastante relegado en relación al resto de los profesores”, según cuenta un ex alumno. Aunque su cargo en el Gobierno lo tuvo varias semanas en la portada de la página web. En el magíster también compartió créditos con Magdalena Krebs, actualmente a la cabeza de la Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos (DIBAM)

Bär es ante todo un tipo muy disciplinado. No milita en la UDI pero llegó al gobierno en gran medida gracias a que en 2007 ingresó al programa Jóvenes al Servicio de Chile, el “semillero” de la Fundación Jaime Guzmán. “Se incorporó a los grupos Tantauco recomendado por Miguel Flores y con ese aval lo instalaron en el puesto que tiene”, explica una fuente del CNCA, apuntando al subsecretario de Desarrollo Regional como su principal “padrino” político, con el que conversa periódicamente en clave de amistad.

Aunque no conocía a Luciano Cruz-Coke al punto de desarrollar una sintonía especial, Bär no se mueve un ápice de la posición que en todos los temas se acuerda como oficial. “En verdad él no corta ni pincha aquí. Cuando está el ministro no abre la boca y cuando no está sólo se limita a repetir lo que dice el ministro”, cuenta un funcionario del CNCA que estuvo con él en una reunión donde el sindicato trató de revertir siete despidos que para ellos fueron injustificados.

Cambio en el equipo

En efecto, los movimientos de personal en el CNCA están lejos de parecerse a lo que ocurrió en reparticiones como el Fosis, donde fueron despedidos funcionarios en todo el país. Aquí, de los 700 se han ido de manera forzada sólo 7 personas, principalmente del área comunicaciones. En eso no ha habido concesiones. Pese a que durante una reunión el 16 de abril, entre Bär, algunos asesores y su jefe de gabinete, Roberto Munita, con los funcionarios del CNCA, uno de los abogados presentes se abrió a reconsiderar la medida. Pero el subdirector, según un testigo, “con la misma sonrisa y buen tono, dijo que los despidos se mantenían de todas maneras”. Probablemente porque la instalación de un nuevo gobierno no tiene un precedente cercano, a los funcionarios les impactó escuchar desde el equipo de Bär que los despidos eran porque “necesitamos esos puestos para poner a nuestra gente”, según explica un participante de esa reunión.

De cualquier manera, la cantidad de despidos suficiente como para que se haya instalado la sensación de que las cosas cambiaron. “Las secretarias son las más felices por el buen trato, que es muy distinto al de la época de Paulina Urrutia, aunque con una sonrisa y buenos modales cuando te dicen que no, es no”, cuenta un funcionario que se mantiene de la administración anterior.

Bär y su equipo de más confianza que no supera las siete personas, todavía no han introducido cambios de fondo, pero sí la diferencia se nota en las formas. “Es gracioso pero antes eran todos chicos, negritos y vestidos informalmente, ahora son todos rubios, altos y vestidos con traje impecable”, cuenta un funcionario, y agrega “viven en una especie de burbuja y no se juntan mucho con los de antes”

Las circunstancias han hecho que no se note la diferencia de estilos entre él y Cruz-Coke, quien tiene un perfil más liberal. Hasta ahora, el terremoto los ha hecho coincidir en la restauración del Patrimonio como tema central de la gestión, Justamente uno de los temas predilectos de Bär.

Por Felipe Saleh